Un huracán y mi imperturbable sueño

 



Un lunes de octubre, en carretera, viajando a la hermosa Riviera Maya para tomar un descanso de algunos días, necesarios para el cuerpo, la mente y el alma. Una de las actividades de preparación para dicho viaje, fue llevar el auto a revisión de llantas, ya que sentía una ligera vibración de la guía, el diagnóstico del taller: hay que cambiar las 4 llantas, ya se encuentran muy resecas, por alguna extraña razón, decidí solo cambiar 2, las delanteras, y digo por alguna extraña razón ya que siempre en mis anteriores autos he realizado el cambio de las 4, nunca solo de 2, sin duda una muy mala decisión.

Debido a que se inició el viaje temprano, mi estómago ya pedía algo de comida, así que decidimos parar a desayunar a un lugar a mitad de camino, muy conocido en la carretera de cuota, en el que se encuentran diversas opciones para desayunar, almorzar o cenar, según sea la hora que uno pase por allí. Reanudamos el camino con destino a las hermosas playas, cabe aclarar que no había mucho tráfico, pues bien después de unos 45 minutos aproximadamente, escucho un ruido, la guía me jalonea un poco, bajo la velocidad y me estaciono a la orilla de la carretera, nos bajamos a ver y una de las llantas traseras (claro, una de las que no se cambiaron) se estalló, prácticamente de despedazó, afortunadamente no pasó a más, el auto no se descontroló, pude parar tranquilamente, mi amiga con quien viajaba, igual lo tomó con calma y a actuar, lo cual le agradezco (otra probablemente se hubiera puesto histérica), de pronto llega un ángel en bicicleta, ya lo había pasado por la carretera hacia un momento y nos pregunta que pasó, él dice que vio como salía humo de la llanta, le explicamos y nos ofrece su ayuda, él nos afirma que sabe cambiar llantas, le ha cambiado llantas a camiones, pues aceptamos su ayuda, ya que hay anunciada una tormenta en camino, después de un rato, coloca la llanta de repuesto que trae el auto y la que se rompió la dejó en la carretera. Este ángel llamado Felipe nos ayudó, si esperábamos a que acudiera auxilio vial, no tengo idea de cuánto tiempo estaríamos en la carretera, en medio de la nada.

Aquí refuerzo lo que siempre digo, todas las decisiones tienen sus consecuencias, sin duda tomé una mala decisión y la consecuencia fue un retraso en el viaje, un pequeño susto y un ligero baño por la lluvia, que inició justo cuando se estaba terminando de colocar la llanta. Y a seguir el camino a una velocidad baja por lo llanta de repuesto, no más de 80 Km/h. Llegar al hotel fue increíblemente gratificante, ya que no veía para cuando llegaríamos a la velocidad que iba.

Por la fecha, se supone que es temporada baja, esperaba encontrar un hotel con muy poca gente, pues mi expectativa no fue cumplida, había mucha gente, bueno, más de la esperada. A hacer la respectiva fila para registrarse, mientras tanto y siguiendo la trayectoria del huracán Zeta, se nos informa que debe ingresar por la noche, para las 3.30 de la tarde ya en el cuarto y seguidamente al restaurante a comer.

Para la noche nos comunican que a partir de las 7pm ya debemos todos los huéspedes estar en el cuarto y no salir hasta el día siguiente, me agradó el protocolo que se siguió, con las medidas muy claras, el sentimiento de cuidado y protección fue tranquilizante.

Para esa hora en el cuarto ya los vientos estaban muy fuertes, la lluvia era intermitente, a ratos llovizna, de pronto aumentaba, luego disminuía, hasta que aproximadamente a las 9 ya eran vientos ahora sí que huracanados (afortunadamente era categoría 1, si hubiera sido 3 o más, probablemente si nos hubieran evacuado) y una lluvia mucho más fuerte, sin embargo mi sueño era más intenso y mis ojos por más que quería mantenerlos abiertos, se cerraron y mi cuerpo viajó pronto a los brazos de Morfeo. No sé qué hora era, cuando medio desperté por un ruido de algo que se cayó afuera en el balcón, levante la vista y mi amiga despierta y acechando por la ventana, como vi que el cuarto estaba intacto regrese a mi delicioso y maravilloso sueño, hasta el día siguiente.

Comprobé, que a mí ni un huracán me aparta de mi sueño, algo parecido viví hace unos años con un tal Isidoro, que se estacionó sobre mi casa, muchas horas, me parece que fue categoría 3.

Martes, un amanecer nublado, de un color maravilloso, lo primero ese día, ir a checar si el auto se encuentra en buenas condiciones, efectivamente todo bien, gracias a Dios. definitivamente este día sin permiso para la playa ni para la piscina. Pero el descanso, la comida, la bebida y las charlas filosóficas fueron de lo mejor.

Y bien así transcurrieron los días de descanso, ya luego disfrutando la playa y la alberca (esta no mucho, no soy fan de la piscina). Las personas que a su manera también disfrutaban, la señora que se ofreció a tomarnos fotos, la chica de la boutique, los meseros, el personal del hotel que estuvo pendiente de nosotros, en fin otros seres humanos con los que se comparte tiempo y espacio.

Llega el día (como todo en la vida) que se terminan las vacaciones y a emprender el regreso, por supuesto, hay que comprar la llanta para cambiar la de refacción que tiene, y claro, tuve que comprar las dos traseras, ya que corría el mismo riesgo si dejaba la otra reseca para el regreso, así que lo que no hice en Mérida, lo tuve que hacer en Cancún, lo bueno es que igual, me encontré con unas personas atentas y serviciales.

Decidí quedarme un día más para disfrutar arena, sol y mar pero también tener la oportunidad de conversar con uno de mis sobrinos al que vimos al caer la tarde, siempre es placentero ver a la familia, a un ser querido, un rato de amena charla y a descansar para al día siguiente, ahora si regresar al mundo habitual.

Este viaje, me hizo reflexionar acerca de:
La vida ¿qué es la vida? Hay en ella un cúmulo de experiencias, buenas, malas, poco trascendentales, pero en ella hay gente, para bien o para mal, hay gente con emociones, sentimientos, historias que cuando se contactan, influyen de alguna manera en sus relaciones, en la manera o intensidad de interactuar unos con otros, creo sinceramente que nuestra historia de vida influye sin darnos cuenta en cómo nos enfrentamos al mundo y a los demás, muchas veces nos olvidamos que cada ser humano tiene tantas y tan variadas y diferentes vivencias, que algunas veces queremos que piensen o sientan como nosotros, que reaccionen como nosotros y esto es muy difícil, incluso en nuestra misma familia, nos encontramos con reacciones diferentes ante una misma situación, que le podemos pedir a un extraño, por eso me siento afortunada y doy gracias a estas personas maravillosas que me encontré en este viaje, disfrute cada minuto de estos días y cada situación. 
Ya quiero repetir.

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