Mientras el hombre santo rezaba, absorto en su búsqueda espiritual, pasaron ante él un lisiado, un mendigo y un apaleado. Al verlos se sumió en una intensa oración exclamando:«Gran Dios, ¿cómo es posible que un creador tan bondadoso vea estas cosas y no haga nada?».
Y tras un largo silencio Dios respondió:«Ya lo he
hecho, te he creado a ti».