El matrimonio ...


El matrimonio en muchas ocasiones es como los zapatos, ¿y a que se debe semejante comparación? veamos: cuando uno encuentra zapatos a su gusto (color, forma, estilo entre otros atributos) la intención es comprarlos luego luego.  

Si los compramos, puede suceder que en un principio aprieten, lastimen, saquen heridas, e incluso se llega a pensar: No se para qué los compré, parecían más cómodos. Sin embargo con el tiempo, los zapatos se amoldan tan bien a uno, que ya aunque le presenten otros mejores, más nuevos, incluso más bonitos y modernos,
 los propios ¡ya no los cambia por nada!

El acople al inicio del matrimonio también cuesta trabajo, a unos más que a otros, pues por lo general, es difícil adaptarse a la cultura y costumbres del otro, pero poco a poco ambos se amoldan hasta formar un gran equipo donde las debilidades de uno se compensan con las cualidades del otro y viceversa, donde paso a paso aprenden a entenderse y amarse con todo aquello que al inicio les causaba conflicto.

Si por tu cabeza ha pasado la decepción, o peor aún la frase para qué me casé, no te asustes, no te des por vencido. Recuerda, el matrimonio cuesta, debe ser una conquista diaria. Piensa que tienes el arma más grande para luchar: ¡El amor! El único capaz de brindarnos la paciencia y el olvido de uno mismo, tan necesarios en un matrimonio, para decir con gran certeza: ¡No lo cambio por nada!
Todo lo anterior, cabe aclarar, es cuando no existe violencia en la relación.